
Oración de la Misericordia
En la oración de la misericordia, que tiene lugar el segundo lunes de cada mes en la parroquia de San Román, abrimos nuestro corazón a Dios para que nos sane.
En oración de alabanza y rendidos en adoración a Jesús Eucaristía, nos postramos a sus pies para que sane nuestro cuerpo y las heridas que tiene nuestro corazón.
Con fe, creemos en las palabras de Jesús en Mateo 7,7: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá” y por eso acudimos a Él.
Sabemos que la oración y la fe son dos enormes “poderes” que los cristianos tenemos y por eso los utilizamos en la oración de la misericordia.
Con confianza, con la seguridad de un hijo en brazos de su Padre Dios, le pedimos que tome nuestro corazón y lo libere del cansancio del camino de la vida; de miedos y angustias al futuro; de complejos que nos limitan y no nos dejan ser felices; de pesadas cruces que solo con su ayuda pueden ser llevadas.
A medida que nos acercamos mes tras mes a esta oración de misericordia, y a la palabra de Dios proclamada en ella, nos vamos sintiendo liberados de barreras físicas, psicológicas y espirituales para poder alabar a Dios con toda nuestra mente, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, para poder servir a Dios y a los hermanos con alegría y fuerzas renovadas.
Dice el padre Robert de Grandis: “Como regla general, la sanación ocurre durante la oración a Dios ya que después de que hemos sido calmados en cuerpo y alma, y estamos absortos en el Señor mediante la alabanza, el Espíritu Santo se manifiesta y ocurre la sanación”.
Y esa es nuestra fe en esta sencilla oración mensual de misericordia: Dios sana cuerpos y corazones enfermos que se acercan a Él diciendo: “ Ven Señor Jesús a mi vida” y nos da la alegría de sentir su constante presencia, de sentirnos sus hijos, amados y confiados en brazos de nuestro Padre. No hay mejor regalo.