¿Por qué cantamos en la Misa? (Tomado de Religión en Libertad)

El canto y la música no tienen en la Misa una función sólo estética o decorativa. No se “pone música” para ambientar.

¿Por qué, entonces, cantamos? Porque cuando las palabras de la Escritura o las palabras que nosotros queremos decirle a Dios son revestidas por una melodía adecuada, adquieren una expresión mucho más intensa y eficaz. No sólo manifiestan externamente sentimientos que hay en el corazón, sino que también los suscitan.

Es muy bueno, entonces, que trates de comprender la letra de lo que se canta. A veces los cantos tienen una teología muy profunda en cuatro versos, o todo un programa de vida en su estribillo. Quizá nunca lo pensaste, pero es probable que le hayas dicho a Dios, decenas de veces: “estoy dispuesto a lo que quieras, no importa lo que sea, Tú llámame a servir”. Teología de alto vuelo, en un canto sencillo.

Además, es bueno que cantes. Cantar es propio del que ama, decía San Agustín. Si amas, canta. Pero San Agustín decía también: “el que canta bien, reza dos veces”.

¿Qué es cantar bien? En primer lugar, cantar con la voz, la mente y el corazón. Que haya una coherencia en todo tu ser.

Pero también significa intentar cantar cada día mejor: a tiempo, afinado, pronunciando correctamente las palabras. Alguien dijo por ahí que la armonía entre los que celebran se expresa en la armonía de su canto.

Aquí tienes dos cancioneros que usamos